El Tequila: Elixir de la Juventud

En este lugar, donde las historias se cuentan una y otra vez hasta volverse verdades inquebrantables, hay una leyenda que sigue viva. Se susurra en los pasillos, se recuerda en cada festividad, y sobre todo, se brinda por ella al mediodía.
El mito tiene nombre y apellido: Doña Celeste
No era una anciana cualquiera. Era una fuerza de la naturaleza.
Creció en una isla donde el aire era puro y la comida salía directo del mar: ostiones, camarones, pescado fresco. Su infancia transcurrió entre el sol y la sal, el agua tibia del océano y el vaivén de las olas. Luego, la vida la llevó a una ciudad, pero jamás perdió esa vitalidad que parecía sacada de otro mundo.
Cuando llegó a este lugar, ya no era una jovencita. Pero alguien olvidó avisarle.
A los 90 años seguía moviéndose como si el tiempo no existiera. Repartía charolas de desayuno con más entusiasmo que el personal, lavaba trastes sin que nadie se lo pidiera y tejía como si fuera un deporte extremo. Bailaba en cada carnaval, diseñaba disfraces para ella y sus amigas, tocaba el piano, cantaba y, por si fuera poco, tenía el don de hacer reír a todos.
Pero aquí viene lo que convirtió su historia en una leyenda: Doña Celeste no solo tomaba un caballito de tequila al mediodía… tomaba dos. O tres. O los que hicieran falta.
Decía que la mantenía joven, que el tequila tenía un “no sé qué” que le daba energía, que su abuela lo recomendaba para todo y que nadie había visto un esqueleto con arrugas. Y la gente le creyó.
Hoy, muchos años después de que Doña Celeste dejó este mundo, su tradición sigue viva. A las 12 del día, las copas se levantan. No importa si es tequila, cerveza o cualquier otra bebida: el ritual es lo que cuenta. Porque aquí, en este rincón del mundo, el tequila no es solo una bebida. Es un credo. Es una fuente de esperanza. Es, para muchos, el verdadero elixir de la juventud.
Pero dime… ¿tú crees que el tequila tiene ese poder mágico o solo nos encanta creerlo?