Y si jugamos con el pasado?

Es sencillo:
solo olvidamos los últimos acuerdos,
y recordamos las miles de veces
que nos vimos con esa mirada de complicidad,
esa que hablaba tanto
y no decía nada.

Tú me miras nuevamente
como si me amaras.

Yo te observo
reír, soñar, hablarme,
jugar, comer…

sin ocultarme,
no de reojo,
de frente,
con todo el tiempo del mundo.

Déjame disfrutarte de nuevo.
Déjame olerte,
escuchar tu voz,
sin simular
que no me interesan
esas banalidades.

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