Las notas son didácticas: Escribir el “para qué” en la parte trasera

Algo que descubrí en este proceso es que las notas no solo sirven para escribir lo que tengo que hacer, sino también para recordarme por qué lo quiero hacer.

Si son pequeños papeles o tarjetas, en la parte trasera les escribo el para qué, el objetivo final que quiero conseguir con esa tarea que, a veces, me pesa tanto. Así, cuando el tiempo pasa y la motivación flaquea, puedo voltear la nota y recordar por qué sigue valiendo la pena hacerlo.

Pero hay algo más: si la tarea se siente muy grande o abrumadora, lo importante es recordar la meta para crear la cantidad. Si el objetivo final requiere muchas actividades para completarse, en lugar de sentirme abrumada, puedo hacer algo diferente:

  1. Empezar desde el final. Visualizar la meta lograda y trabajar hacia atrás.
  2. Crear pequeñas actividades desde la meta hasta el punto donde estoy ahora.
  3. Tener claro que cada paso me acerca al objetivo, aunque parezca pequeño.

Este método no solo ayuda a organizarse, también mantiene la motivación y la constancia. Hace que lo grande se vuelva accesible, que los pasos pequeños sean continuos y que avanzar siempre sea posible.

Porque al final, una tarea grande no se hace de un solo golpe. Se construye con pequeñas piedras, con pasos sutiles pero firmes, con constancia y dirección.